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Las múltiples situaciones en las que nos podemos encontrar frente a un plato de jamón hacen complicado encontrar una respuesta a esa pregunta que con frecuencia nos hemos hecho algunos:
¿Qué vino es el que mejor combina con el jamón? ¿Qué caldo sería el que mejor marida con un producto de semejante calibre?
No es fácil ponerle el cascabel al gato…créanme.
Características Organolépticas del Jamón
El jamón es un alimento muy completo y complejo respecto a todo lo que ofrece a nuestros sentidos. Potente, representa todo un reto para nuestros sentidos al cubrir un amplio espectro de bondades:
Proteína en forma de carne, delicada y dulce grasa procedente de una alimentación cuidada y de alta calidad, matices fruto de un reposo y asentamiento en bodegas, salado gracias a su primera fase en la que la sal y el frío obran el “milagro” de su conservación, una flora infinita que detona todos los procesos enzimáticos que suponen gran parte de su carácter…hay tanto que sentir… ¿Cómo descifrar un producto tan asentado, que encierra campo, raza, bodega?
Estamos hablando de un manjar que encierra en sí mismo la esencia de lo umami.
Todos los elementos que conforman el jamón ibérico hacen que dé mucho respeto atreverse a decidirse por cuál sería su mejor pareja de baile. Además, cada paladar interpreta las cosas de una forma diferente. Intentaremos anclarnos en este artículo.
Tipos de Vinos
Más allá de blancos y tintos, los vinos pueden ser de muchos tipos.
Pasos intermedios como son el “naranja” o vinos complejos como son el generoso “Palo cortado” muestran que hay muchas maneras de construir un vino, independientemente de los tradicionales.
Hay vinos dulces que, aunque se enfoquen para acompañar a postres, también pueden activarnos en un aperitivo.
Estos vinos pueden ser una perfecta elección para muchos tipos de embutidos, y sin duda para casi cualquier queso.
En referencia a los tintos, nuestro país en cuna y pilar de gran parte de los vinos tintos mejor considerados del mundo. La paleta de colores es infinita y, más allá de las denominaciones de origen, los vinos que cada bodega y sus enólogos son capaces de ofrecer representan una calidad abrumadora. No por el hecho de ser tinto tenemos que pensar que son todos iguales; existen sorprendentes productos creados a raíz de uvas como la tintilla de rota, tan dulces y suaves que es difícil encontrar las notas de alcohol o vinos suaves que pueden considerarse casi mostos.
Los vinos espumosos, como los cavas, inician en nuestras papilas gustativas todo un torrente de sabor que pocos vinos son capaces de alcanzar. Son vinos elegantes y sutiles; perfectos fríos y que pueden ser dulces, semidulces o secos.
Para finalizar, estarían los vinos blancos del “sur”, los generosos: Manzanilla, Fino, Amontillados, Olorosos o Palo cortado. Estos vinos suelen “verse la cara” de manera habitual con el jamón en diversas ocasiones, siendo incluso casi imposible imaginarse una feria sin jamón, fino o manzanilla.
Clases de jamones ibéricos para tomar con vino
No es lo mismo encontrarnos con un jamón ibérico “más básico” como puede ser un cebo 50% ibérico un asentadísimo y madurado Jamón Bellota 100% ibérico.
La raza y la alimentación hacen que la carne del jamón incorpore matices que pueden ir desde un dilatado tiempo que alberga la libertad de la dehesa hasta los pastos, raíces y bellotas que en ella se encuentran. Cada jamón ibérico, por tanto, va más allá en su sabor de los cuidados y aportes que durante su confección los maestros jamoneros puedan aportarles; y no será igual una sutil pieza que solo requiera de un par de años para su curado que un jamón de mayor cuerpo que precise de más de 4 años para poder verse terminado y en condiciones óptimas.
Deberemos de saber a qué nos enfrentamos con cada pieza antes de plantear nuestra estrategia de vino; más allá de jugar unas bazas comodín que a continuación dejaré al descubierto.
Solo o Acompañado
Hay que tomar en consideración que, normalmente, no comeremos jamón exclusivamente.
Cuando disfrutamos de un buen jamón ibérico, normalmente es el entrante de un refrigerio de mayor calado y es importante saber que puede conllevar uno u otro tipo de vino o incluso otra bebida, ya que pasar de un vino a una cerveza nos puede dar “dolor de cabeza”.
Por otro lado, existen estrategias incluso dentro del mismo tipo de vino, para ir escalando desde un tipo a otro: podríamos empezar por un cava dulce, pasar por un semiseco hasta llegar a uno seco “Brut nature”.
Opinión personal
Siempre podemos pensar que el vino tinto casa a la perfección con el jamón ibérico; partiendo de la premisa de que el mejor acompañamiento de la carne es este tipo de vino; pero he aprendido con el tiempo que esto es tanto simplificar demasiado nuestros vinos tintos como despreciar lo que otros tipos de vinos pueden aportar a una buena carne.
También tenemos que pensar en todos aquellos bebedores menos habituados, que prefieren el frescor de un buen blanco o rosado, más allá de que sea dulce o seco, para acompañar un poco de jamón; y es que el vino tinto no es para todos.
Existen opiniones por parte de algunos amantes de los espumosos de que estos vinos casan a la perfección con todo; pero sin desmerecer a estos vinos que casi pueden pasar del pescado a una tarta sin despeinarse, quizás entrañen un dinamismo propio que agita exageradamente lo que un jamón ibérico nos proporciona; pero eso digo…quizás.
Por otro lado, no veo ningún disparate terminar o comenzar una comida entonando nuestro paladar con un vino dulce que rompa con todo; no sin crear cierto baile agridulce.
En García Mimbrero, estamos habituados a conseguir jamones ibéricos con un dulzor característico que aportan ese matiz tan especial que perdura en nuestra memoria.
Estos jamones ibéricos, con ese “dulzor” o quizás menos salados de lo habitual, casan maravillosamente con vinos generosos. Caldos grandiosos, que incluso fríos no necesitan acometer un protagonismo por encima del actor principal, el jamón ibérico.
Son vinos con carácter propio, pero que dejan en nuestra boca la puerta abierta a completar cada trago con una exquisita y finísima loncha de jamón ibérico, ayudando con su solera a captar toda la esencia que el jamón ibérico nos ofrece. Desaparecen y aparecen en boca casi tan rápido como llegan, dejando siempre el espacio libre al alimento que decidamos disfrutar.
Se hace para mí, muy difícil pensar en un mejor aperitivo que un poco de jamón ibérico y una copa de fino o manzanilla. La historia que llevan vividos estos dos artistas de la gastronomía ibérica es tan antigua y está tan intrincada que suenan a pareja de baile perfecta. No se me ocurre un mejor remate para una buena loncha de jamón ibérico que un frío, pero intensamente seco y poderoso sorbo de un fino o manzanilla; vinos que lo mismo se ponen serios con un gran jamón ibérico como divertidos solos o en rebujito con unas ricas gambas.
Pero, más allá de todo, de lo que no cabe ninguna duda es que tenemos que dar por sentado que un buen jamón García Mimbrero acompañado o no por la que pueda ser nuestra elección de mejor tipo de vino es, con total seguridad, el mejor amigo del hombre.